viernes, 24 de abril de 2009
II edición del concurso "Los cuentos del Sahanansa"
martes, 21 de abril de 2009
Apenas eran un silbido cuando salían de sus labios
Apenas eran un silbido cuando salían de sus labios quedándose un segundo el aire, flotando ingrávidas justo antes de comenzar a girar, a subir y bajar, a dar volteretas jugando con los rayos de luna que entraban por lo alto de la ventana.
Las palabras, a medida que se alejaban de su boca, se iban convirtiendo en toda clase de cosas, así una mariposa huyó divertida por la ventana abierta buscando una flor recién abierta en el jardín. Otra, grande y pesada, fue cayendo poco a poco a un rincón de la alfombra, a medida que se iba posando sobre la mullida alfombra, un gran perro dormido comenzó a materializarse.
De aquel cuento, siguieron las cosas más insospechadas, en los oídos de los niños que lo escuchaban, casi no entraban ya más palabras.
Así fue como llegó de nuevo, el silencio, sólo roto por pequeños suspiros, aquellos que hacían el perro dormido en la alfombra, la mariposa en el jardín y todas aquellas palabras que se habían transformado con la lectura, al hacerlo, un aroma dulce quedó suspendido en el aire, los niños hacía rato que se habían dormido.
Las palabras, a medida que se alejaban de su boca, se iban convirtiendo en toda clase de cosas, así una mariposa huyó divertida por la ventana abierta buscando una flor recién abierta en el jardín. Otra, grande y pesada, fue cayendo poco a poco a un rincón de la alfombra, a medida que se iba posando sobre la mullida alfombra, un gran perro dormido comenzó a materializarse.
De aquel cuento, siguieron las cosas más insospechadas, en los oídos de los niños que lo escuchaban, casi no entraban ya más palabras.
Así fue como llegó de nuevo, el silencio, sólo roto por pequeños suspiros, aquellos que hacían el perro dormido en la alfombra, la mariposa en el jardín y todas aquellas palabras que se habían transformado con la lectura, al hacerlo, un aroma dulce quedó suspendido en el aire, los niños hacía rato que se habían dormido.
sábado, 4 de abril de 2009
MIL Y UNA RAZONES PARA LEER
Buscamos mil razones para leer, y una para no dejar nunca de hacerlo.
Queremos encontrar mil razones para volver a emocionarnos con un poema, y una para no dejar nunca de hacerlo.
Deseamos volver a sentir el vértigo de la tempestad en el barco pirata, el calor de un beso de la princesa del castillo, deseamos sentir mil veces más, y una para no dejar de hacerlo.
Y tú ¿ya tienes tu razón? Da lo mismo que seas grande o pequeño, que lo escribas o lo dibujes, que lo filmes o lo grabes con tu voz, lo importante es que nos lo cuentes ya sin tardar, entre todos lo lograremos llegaremos a mil razones y una para no dejar de hacerlo.
Para participar simplemente tienes que enviarnos un correo electrónico con tu texto, tu dibujo, tu foto, ..., así de fácil.
1001razones@gmail.com
Queremos encontrar mil razones para volver a emocionarnos con un poema, y una para no dejar nunca de hacerlo.
Deseamos volver a sentir el vértigo de la tempestad en el barco pirata, el calor de un beso de la princesa del castillo, deseamos sentir mil veces más, y una para no dejar de hacerlo.
Y tú ¿ya tienes tu razón? Da lo mismo que seas grande o pequeño, que lo escribas o lo dibujes, que lo filmes o lo grabes con tu voz, lo importante es que nos lo cuentes ya sin tardar, entre todos lo lograremos llegaremos a mil razones y una para no dejar de hacerlo.
Para participar simplemente tienes que enviarnos un correo electrónico con tu texto, tu dibujo, tu foto, ..., así de fácil.
1001razones@gmail.com
viernes, 3 de abril de 2009
Apenas fue consciente ...
Apenas fue consciente cuando sucedió, las palabras de aquel inmenso volumen que tenía entre las manos eran viejas y sabias, poco a poco lo fueron envolviendo, enredando con hilos invisibles que hacían que su conciencia se fuera difuminando, abandonando la realidad que lo rodeaba, casi como en un sueño.
Estaba advertido de las consecuencias, había leído ya sobre los efectos de algunos libros, de algunas palabras, a pesar de lo cual, se había lanzado ávido al descubrimiento de aquella historia sin final, a juzgar por el inmenso número de páginas que tenía aquel libro de aspecto algo viejo, mohoso, pero irresistible, sin razón aparente, desde el momento que sus ojos lo descubrieron agazapado en la librería.
Los días dejaron de tener horas o minutos, él ya vivía entre elfos, enanos y dragones, su cuerpo poco a poco se convirtió en una carcasa hueca y vacía, las palabras habían realizado su trabajo con eficacia y puntualidad, lo habían transportado a ese mundo inmaterial, ese, que únicamente ellas saben donde se puede hallar.
Lo encontraron mucho tiempo después, con una sonrisa bobalicona, recostado en su sillón favorito, él ya estaba lejos, muy lejos ...
Estaba advertido de las consecuencias, había leído ya sobre los efectos de algunos libros, de algunas palabras, a pesar de lo cual, se había lanzado ávido al descubrimiento de aquella historia sin final, a juzgar por el inmenso número de páginas que tenía aquel libro de aspecto algo viejo, mohoso, pero irresistible, sin razón aparente, desde el momento que sus ojos lo descubrieron agazapado en la librería.
Los días dejaron de tener horas o minutos, él ya vivía entre elfos, enanos y dragones, su cuerpo poco a poco se convirtió en una carcasa hueca y vacía, las palabras habían realizado su trabajo con eficacia y puntualidad, lo habían transportado a ese mundo inmaterial, ese, que únicamente ellas saben donde se puede hallar.
Lo encontraron mucho tiempo después, con una sonrisa bobalicona, recostado en su sillón favorito, él ya estaba lejos, muy lejos ...
jueves, 2 de abril de 2009
DÍA DE LA LITERATURA INFANTIL
Quizás hoy, aún,
no recordaste
acercarte a él,
paciente espera
como cada día,
así se encuentra.
Tal vez
se quedó
en la repisa
de la ventana,
o en un rincón
del salón.
Quizás,
con peor suerte,
caído y olvidado
en el fondo del desván.
No tardes,
él, te añora.
no recordaste
acercarte a él,
paciente espera
como cada día,
así se encuentra.
Tal vez
se quedó
en la repisa
de la ventana,
o en un rincón
del salón.
Quizás,
con peor suerte,
caído y olvidado
en el fondo del desván.
No tardes,
él, te añora.
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