Apenas eran un silbido cuando salían de sus labios quedándose un segundo el aire, flotando ingrávidas justo antes de comenzar a girar, a subir y bajar, a dar volteretas jugando con los rayos de luna que entraban por lo alto de la ventana.
Las palabras, a medida que se alejaban de su boca, se iban convirtiendo en toda clase de cosas, así una mariposa huyó divertida por la ventana abierta buscando una flor recién abierta en el jardín. Otra, grande y pesada, fue cayendo poco a poco a un rincón de la alfombra, a medida que se iba posando sobre la mullida alfombra, un gran perro dormido comenzó a materializarse.
De aquel cuento, siguieron las cosas más insospechadas, en los oídos de los niños que lo escuchaban, casi no entraban ya más palabras.
Así fue como llegó de nuevo, el silencio, sólo roto por pequeños suspiros, aquellos que hacían el perro dormido en la alfombra, la mariposa en el jardín y todas aquellas palabras que se habían transformado con la lectura, al hacerlo, un aroma dulce quedó suspendido en el aire, los niños hacía rato que se habían dormido.
Las palabras, a medida que se alejaban de su boca, se iban convirtiendo en toda clase de cosas, así una mariposa huyó divertida por la ventana abierta buscando una flor recién abierta en el jardín. Otra, grande y pesada, fue cayendo poco a poco a un rincón de la alfombra, a medida que se iba posando sobre la mullida alfombra, un gran perro dormido comenzó a materializarse.
De aquel cuento, siguieron las cosas más insospechadas, en los oídos de los niños que lo escuchaban, casi no entraban ya más palabras.
Así fue como llegó de nuevo, el silencio, sólo roto por pequeños suspiros, aquellos que hacían el perro dormido en la alfombra, la mariposa en el jardín y todas aquellas palabras que se habían transformado con la lectura, al hacerlo, un aroma dulce quedó suspendido en el aire, los niños hacía rato que se habían dormido.
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